Me gustan los finales felices, no confundir con los finales Disney: esos finales empalagosos, edulcorados y en tonos pastel que hacen que te suba la diabetes aunque hace 3 años que no te comes un triste caramelo. Esos no los aguanto.
Simplemente felices, no para siempre, pero felices.
Esos finales que tienen continuación, siguen al día siguiente, a los 15 días o al año y no sabes como acaban.
Esos finales que empiezan tras una llamada, un mensaje, un reencuentro, en los que fingimos que no ha pasado nada, quizá sí ha pasado, pero da igual.
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